EL TIEMPO
Para sacar adelante nuestros proyectos personales, con demasiada frecuencia consumimos una enorme cantidad de energía. Realizamos esfuerzos titánicos que al final nos dejan exhaustos.
Esfuerzos que no se corresponden con el resultado final que obtenemos. En muchos casos esto es una consecuencia lógica de la falta de previsión, de la desorganización, del descontrol, de la indecisión. Y, en no pocas ocasiones, es fruto de la ignorancia. Desconocemos cómo se pueden hacer las cosas para obtener mejores resultados sin necesidad de consumir tantas energías.
Para gestionar mejor nuestro tiempo debemos:
- Tomar conciencia de nuestra situación, lo que ya de por sí constituye un importante avance de cara a mejorar.
- Tener voluntad de cambio y adoptar la firme resolución de cambiar algunas conductas.
- Analizar de un modo sistemático y objetivo la manera en que lo utilizamos, de modo que podamos elaborar un diagnóstico preciso que nos permita identificar las verdaderas causas del problema.
- Conocer las diversas herramientas y técnicas de gestión del tiempo que tenemos a nuestra disposición.
- Diseñar nuestro propio plan de acción, una estrategia personalizada, perfilada a nuestra medida.
- Pasar a la acción, ponerlo en práctica, aplicando las nuevas técnicas, eliminando y sustituyendo aquellos patrones de conducta que se han mostrado ineficaces y resultan improductivos.
- Modificar nuestros hábitos y actitudes personales, con decisión y en la dirección deseada.
Introducir cambios en el uso y la gestión del tiempo precisa de un esfuerzo de análisis previo, y de la reeducación de algunos estilos y costumbres que normalmente están muy arraigados.
El filósofo griego Aristóteles definía el tiempo como la medida del movimiento entre dos instantes. Cada instante representa la continuidad del tiempo.
La Real Academia Española de la Lengua define el tiempo como una magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro.
Propone algunas definiciones más específicas, a partir del uso que se hace habitualmente del término. Entre ellas destacan las siguientes:
- Tiempo perdido: «El que transcurre sin hacer nada provechoso o sin obtener ningún adelanto en la cosa de que se trata».
- Acomodarse al tiempo: «Conformarse con lo que sucede o con lo que permiten la ocasión o las circunstancias».
- A tiempo: «En el momento oportuno, cuando todavía no es tarde».
- Con tiempo: «Anticipadamente, sin premura, con desahogo».
- Dar tiempo al tiempo: «Esperar la oportunidad o coyuntura para algo».
- Ganar tiempo: «Darse prisa, no perder momento».
- Gastar el tiempo: «Perder el tiempo».
- Hacer tiempo: «Entretenerse esperando que llegue el momento oportuno para algo».
- Matar el tiempo: «Ocuparse en algo, para que el tiempo se le haga más corto».
- Pasar el tiempo: «Estar ocioso o entretenido en cosas fútiles o de mera distracción».
- Perder el tiempo: «No aprovecharse de él, o dejar de ejecutar en él lo que podía o debía. Trabajar en vano».
- Tomarse tiempo: «Dejar para más adelante lo que ha de hacer, a fin de asegurar el acierto».
- Al tiempo: «Expresión para manifestar el convencimiento de que los sucesos futuros demostrarán la verdad de lo que se afirma, relata o anuncia».
Aquellas cosas a las que dedicamos nuestro tiempo son en realidad a las que estamos asignando nuestra vida.
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