El nuevo vendedor
Ser capaz de que otra persona compre, dé algo, gaste su dinero a cambio del producto o servicio que yo le estoy ofreciendo, eligiéndome por encima de cualquier otra opción, es un verdadero privilegio. Para ser un buen vendedor se requieren tres cosas básicas: conocer en profundidad el producto que se desea vender, tener el ánimo y la predisposición necesaria para la venta, y por último tener un cierto "arte", una maestría para la venta, que lógicamente sólo se consigue con la práctica.
En cuanto al primer punto, conocer el producto, no basta con saberse las características básicas de éste, sino saber aplicarlas a las necesidades que tiene el cliente, saber intuir sus necesidades de compra..
Hasta hace pocos años se estilaba un estilo de vendedor agresivo, rápido. Parece sencillo, pero no lo es tanto. Las relaciones comerciales van cambiando a una velocidad vertiginosa.
Lo que ayer era la última moda, hoy ya es obsoleto, ya no vale. Hasta hace pocos años se estilaba un estilo de vendedor agresivo, rápido. El establecía el ritmo de la relación y cerraba el trato con celeridad. Hoy los tiempos han cambiado porque el mercado también ha cambiado y la mentalidad y necesidades del cliente también han cambiado. Es el propio cliente quien marca el ritmo. Nosotros debemos saber adaptarnos a él.
A lo largo de nuestra vida hemos experimentado muchas veces cómo hay personas con las que simpatizamos rápidamente y otras con las que simplemente no sintonizamos. Es como si esas personas estuvieran en otra onda, como si hablaran en otro lenguaje, cuando no nos caen abiertamente mal.
Hasta hace relativamente poco tiempo la Psicología Tradicional identificaba este fenómeno con una supuesta propiedad humana llamada magnetismo. Había o no magnetismo entre dos personas. Si lo había perfecto, si no lo había no quedaba nada más que hacer. Hoy sabemos que esto no es del todo cierto. Podemos establecer determinadas pautas para mejorar nuestro "magnetismo".