El eco de la caverna
Cuentan que iba un hombre con su hijo paseando por la montaña cuando el pequeño descubrió una profunda cueva. Sin atreverse a entrar, el niño desde la entrada empezó a gritar: holaaaa, holaaaa..., y cuál fue su sorpresa cuando la cueva le contesto: holaaaa, holaaaa...
El pequeño, entusiasmado, siguió gritando: esta oscuroooo.... y la caverna contestaba: esta oscurooooooo... Tanto le intrigaba al niño la respuesta de la cueva que le preguntó a su padre:
¿Papa, como es que la cueva me habla?
Mira hijo, eso se llama el Eco, nos responde con lo mismo que nosotros hemos
expresado, y en realidad, es como la vida misma.
¿Qué quieres decir con eso?- pregunto el pequeño.
Quiero decir que tanto la cueva como la vida nos devuelven aquello que nosotros
enviamos primero. Si pretendes que te devuelvan amor, primero tienes que enviar
mucho amor, si pretendes que te devuelva dinero, primero tienes que entregar
dinero, si pretendes que te devuelva amistad, esperanza, sonrisas, primero
tienes que dar amistad, esperanza y sonrisas. Solo así escucharas el eco de la
caverna con toda su potencia, porque cuanto más fuerte grites, más fuerte
escucharas la respuesta.
El niño cogió y lleno sus pulmones de aire, y grito: ¡gracias! Y la caverna le contesto: graciaaaaaassss..... y el niño supo que había aprendido una gran lección que le serviría toda su vida.